San Mamés – descripción del estadio

Construcción del nuevo estadio del Athletic Bilbao, a escasos metros del antiguo San Mamés, comenzó en la primavera de 2010. El proyecto se dividió en dos fases: primero se construyeron tres gradas y el campo de juego, mientras que la última grada del sur se construiría solo después de que el viejo estadio fuera demolido debido a la falta de espacio y la necesidad de tener un estadio disponible para la Primera División durante todo el proceso.

Los primeros diseños del proyecto, bajo la visión de César Azkárate, se presentaron en 2006. En aquel momento, el diseño exterior aún no estaba claro, pero el interior estaba planificado con tres niveles proporcionales. Eventualmente, ese diseño de asientos fue descartado a favor de dos grandes niveles con un pequeño anillo de negocios entre ellos. Lo que sí se mantuvo fue que las gradas alrededor del campo serían inclinadas, manteniendo la conexión con el antiguo estadio.

El revestimiento exterior finalmente elegido consistió en miles de lamas blancas, cada una retorcida para crear un efecto visual interesante, pero también para permitir la entrada de luz solar y ventilación en el interior. Además, lo que hace que este estadio se destaque de la mayoría de los estadios modernos es que casi toda la megaestructura de concreto visible en el interior está pintada de negro y rojo, completando los colores tradicionales del Athletic con el revestimiento blanco.

Las atractivas características estéticas le valieron al nuevo San Mamés varios premios internacionales en competiciones de arquitectura y, tres años después de su apertura, se convirtió en el primer estadio español en recibir la certificación LEED.

El Athletic jugó su primer partido el 16 de septiembre de 2013, enfrentándose al Celta de Vigo en la Primera División. En el centenario de la apertura del San Mamés original, había 36 000 personas presentes, más de diez veces la asistencia de 1913. La segunda fase (grada sur) se completó en septiembre de 2014, convirtiendo al estadio en uno de los más grandes de la Primera División.

Es un caso único de un estadio que se mejoró solo tres años después de su apertura. Poco después de inaugurar, algunos seguidores comenzaron a quejarse de que el agua de lluvia afectaba a las filas delanteras debido al viento, a pesar de que el techo cubría más espacio de lo que indicaban las pautas internacionales. Se agregaron 7000 metros cuadrados de techo de cable con revestimiento transparente de ETFE, convirtiéndolo en el estadio más opaco de España.