En una gélida noche de lunes a orillas del Mersey, los aficionados pudieron contemplar por primera vez su nuevo estadio. Tras cuatro años de construcción, el Bramley-Moore Dock Stadium abrió sus puertas a 10.000 hinchas entusiasmados.

Una inversión monumental y una obra maestra de arquitectura

La capacidad de 52.888 espectadores, convertirá probablemente el Bramley-Moore Dock Stadium en el séptimo más grande de la Premier League la próxima temporada. El estádio ya ha sido seleccionado como una de las sedes de la Eurocopa 2028. Su impacto va más allá del Everton, transformando el futuro de Liverpool con un impulso estimado de 1.300 millones de libras en la economía local y la generación de miles de empleos.

Imposible de ignorar desde Dock Road su imponente estructura de acero y ladrillo rojo rinde homenaje a la historia del lugar, fusionando tradición y modernidad. En un esfuerzo por preservar el patrimonio, se han restaurado elementos de la infraestructura original, como antiguos raíles ferroviarios y una torre hidráulica.

La construcción fue un desafío logístico enorme. Para asentar los cimientos del estadio, fue necesario rellenar el muelle con 480.000 metros cúbicos de arena del mar de Irlanda, un proceso que tomó tres meses. Antes de ello, se retiraron 12 bombas sin detonar de la Segunda Guerra Mundial que permanecían en las profundidades.

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"Es de otro mundo"

Las primeras impresiones dentro del estadio no dejan indiferente a nadie. La grada sur, que en el futuro albergará a 14.000 aficionados, destaca por su extrema inclinación, el máximo permitido por la normativa, acercando al público al terreno de juego como nunca antes. En la parte superior del estadio, una gigantesca cristalera ofrece una vista espectacular del skyline de Liverpool.

Es de otro mundo, afirma Andy, abonado de toda la vida en Goodison Park. No podríamos haber soñado con un estadio mejor. Todos están entusiasmados, desde los más jóvenes hasta los veteranos. Nos costará dejar Goodison, pero cuando ves esto, será la envidia de todos.

La experiencia audiovisual también marca un antes y un después: dos pantallas gigantes en cada fondo y un sistema de sonido tan potente que, probablemente, se escucha al otro lado del río. Pero la tradición no se ha perdido: los jugadores siguen saltando al campo al ritmo de Z-Cars, como lo han hecho durante más de medio siglo en Goodison.

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Un traslado con margen de mejora

Para muchos, el cambio supone el inicio de una nueva era. Es impresionante. Goodison ha sido nuestra casa espiritual, pero esto nos coloca al nivel de los mejores, señala Dave, otro abonado.

El debut, sin embargo, no tuvo el final deseado: el Everton sub-18 cayó por 1-2, aunque el resultado pasó a un segundo plano. Lo realmente importante era sentarse por primera vez en el nuevo estadio y respirar su atmósfera.

No todo, sin embargo, es perfecto. Las autoridades locales han impuesto restricciones de aparcamiento en un radio de 30 minutos a pie del estadio, vigentes todo el año, lo que ha desatado protestas entre los vecinos y comerciantes. Más de 7.000 personas han firmado una petición para revocar la medida. Además, la nueva fan zone en la estación de Sandhills ha recibido críticas: por ahora, solo es un espacio de asfalto con barreras, sin refugio contra la lluvia y el viento.

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